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¿Y dónde quedó mi tribu?

En estos tiempos que vivimos se habla mucho de las tribus digitales, esto se refiere a la gente que está unida por un tema en común y se conectan virtualmente con otras personas con los mismos intereses para interactuar y tener convivencia. Podríamos decir incluso darse soporte entre ellos formando estas tribus con sus muy diversos miembros. Muchas veces dirigidos por algún experto en la materia.

Se puede pertenecer a tribus de ejercicios físicos online, de estudio de una disciplina en particular, de movimientos en pro de alguna causa, muchas veces negativos como los de las feministas radicales o el lobby LGBT+ que tanto daño hace a la humanidad y para muestra la falta de respeto al catolicismo en las recientes Olimpiadas de París, pero así también hay otras tantos positivos que promueven el acercarse a DIOS por medio del crecimiento en la Fe, o los que promueven la salud mental y física. Por otra parte, los ya muy conocidos gamers que forman su propia tribu de expertos en jugar videojuegos y desperdiciar tiempo valioso además de caer en adicción, desde luego en mi particular punto de vista.

También hemos de observar que las personas y familias estamos inmersos en un mundo en donde vivir en comunidad es algo necesario y propio de nuestro ser. Tenemos por ejemplo de inicio la familia que conformamos con nuestro cónyuge y los hijos, la familia de origen con nuestros padres, hermanos, abuelos, tíos, primos, sobrinos etc. Además, nuestros círculos sociales de amistades que pueden provenir desde nuestra infancia con gente que conocimos mientras crecíamos en la escuela o en la colonia donde vivimos. Muchas de estas personas a través del tiempo y las etapas estudiantiles y de vida pasan a formar parte de nuestra tribu o círculo social cercano o de conocidos.

Nos habremos unido a muchas de estas personas no solo por los lazos de sangre sino también por una elección de vida en donde diversas afinidades en personalidad, gustos, deportes, costumbres y creencias nos han unido por un periodo de vida determinado. Muchos se mantienen ahí por muchos años quizás hasta nuestra vejez, sobre todo los familiares y los amigos entrañables.

Desafortunadamente muchas de estas relaciones personales quedan atrás, unas tantas porque no eran fuertes ni se percibían valiosas, pero otras más por desacuerdos, riñas, distanciamientos por conflictos familiares o de negocio incluso. También por traiciones o simplemente porque las creencias particulares o de la Fe nos llevan por caminos diferentes.



Creo en lo personal que lo más doloroso de estas separaciones se encuentra en la familia que se aleja por falta de buen juicio y madurez, así como los amigos muy queridos que sin saber una razón concreta desaparecen de nuestro círculo.

En momentos donde la vida se puede poner compleja es cuando más se necesita de esta red de apoyo. Cuando atraviesas un divorcio o has quedado en separación, cuando una enfermedad difícil te está retando, cuando has fracasado económicamente o profesionalmente, o cuando estás enfrentando una situación personal, matrimonial o familiar de severa crisis.

Son estos los momentos donde tu tribu sale en tu apoyo, así como lo haces tú también cuando se te es requerido. Pero ¿te has sentido en momentos que no queda nadie y te sientes solo? Que te preguntas…

¿Y dónde quedó mi tribu?

Pues si te sientes así quiero decirte que te comprendo completamente pues he podido a través de mi práctica profesional en consulta ver innumerables casos en donde la gente ha perdido su tribu y todo el sentimiento de desánimo y decepción se hace presente. He escuchado expresiones como:

“Era mi mejor amiga, como una hermana y simplemente desapareció cuando más la necesitaba” o “Son mis hermanos, no debieron haberme traicionado” o “Pensé que mi esposo(a) me amaba y que estaríamos juntos para toda la vida” e incluso “Gabriel no es posible, pero si es mi madre, debería haber estado ahí para mí, eso se espera de una buena madre”.

Sin duda son experiencias duras de escuchar pues son expresadas con profundo dolor y sentimiento de un gran vacío que deja el sentirse dejado a un lado, no amado o incluso traicionado.

En lo personal me ha tocado desafortunadamente experimentarlo también y en etapas muy críticas en donde más se ha necesitado ayuda y no ha llegado de algunos de los que más lo esperarías. Es por eso que lo comprendo bastante bien cuando me lo comparten en consulta.

En lo que respecta a mi esposa y un servidor han sido muchas las cosas que nos han sucedido en donde hemos necesitado tribu y no ha habido suficiente o algunos momentos ninguna. Como cuando nació nuestra primera hija pues desafortunadamente como muchos lo han de saber se vive una gran ansiedad por la inexperiencia de ser padres primerizos y no tener la vasta tribu alrededor para poder cuidar y criar a una pequeña.

En el caso de mi segunda hija nació justo cuando inició la pandemia y fue una experiencia difícil de vivir como habrán de imaginar, el nacimiento de un hijo es un reto primordial en la vida y vivirlo en medio de una pandemia es algo que marca la vida por todos los retos que implicó.

Dice un antiguo proverbio africano: Para educar a un niño hace falta la tribu entera.  

Algo lamentable para cualquier madre primeriza es no tener el apoyo necesario en esas etapas críticas donde alguien le puede pasar la “estafeta” de lo que es cuidar a un recién nacido y otras tantas cosas de ser mamá. En mi caso es con gran dolor que tengo que aceptar que mi suegra ya no se encuentra con nosotros y que ese personaje principal de la tribu dejó de existir hace ya muchos años.

Puedo afirmar que sería una bendición y honor tener a esa suegra con vida, por la felicidad de mi esposa, pero también por la de nuestra familia completa. Lamento mucho que nunca conocí a mi suegra, y también lamento que mis hijas nunca podrán conocer a su abuela materna en este mundo sin embargo sé que desde el cielo intercede por nosotros para que salgamos adelante como matrimonio y como padres.

Desde luego en estos tiempos mencionados no hemos estado completamente solos, mis padres en sus posibilidades propias de su situación de vida y su edad nos ayudaron y continúan ayudando ocasionalmente siendo de gran ilusión y motivación para mis hijas con sus juegos y “trabajitos de manualidades” que tanto disfrutan en ese tiempo juntos y que estoy muy agradecido por eso.

Desafortunadamente hemos tenido la gran desventaja de ser foráneos los dos y que en esta ciudad de Guadalajara contamos con prácticamente nada de familia de parte de mi esposa y de mi lado solamente la ayuda antes mencionada. Esta situación hace extremadamente agotador en ocasiones el cuidar de dos niñas de 6 y 4 años, 24 horas al día y casi los 365 días del año sin poder tener tiempo de descanso o esparcimiento como adultos y esposos. Cuesta trabajo debo decirlo.  

Y como dicen en los medios también algunas menciones honoríficas a los familiares foráneos como mi cuñado, su esposa y mis sobrinos que siempre han apoyado a mis hijas y a nosotros, por lo que les estoy profundamente agradecido por todos sus detalles y cariño. También mi suegro que como buen abuelo ha estado siempre pendiente de sus nietas visitándolas siendo el proveedor y lector oficial de cuentos.

Además, algunas de mis primas, compadres y un par de amigos que se han hecho presentes para dar su apoyo cuando lo hemos necesitado con amor para nosotros.

A toda esta pequeña tribu de familiares y amigos mencionada previamente muchas gracias, ustedes saben cuánto nos ha servido las ayudas e impulso que nos han dado.


Así es que querido amigo y lector, si te has sentido en algún momento que no hay tribu en absoluto o que hay muy poca en el presente no te desanimes, muchos hemos pasado por eso en ciertos momentos de la vida y no estás solo. Valora mucho a ese amigo o familiar que quizás en solitario y poniendo fuerza y amor hace lo mejor por ser de tu tribu.

Trata de crear esa red de apoyo a tu alrededor, inscríbete en nuevas actividades, aprovecha los grupos sociales (escuelas, apostolados, clubes, etc.) ábrete a las nuevas amistades, reconcilia lo que te sea posible con familiares y amigos, da tu parte en las relaciones personales y esa tribu irá creciendo poco a poco.

Por último, recuerda lo siguiente:

“Porque, aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, el SEÑOR me recogerá”. 

(Salmo 27)


“No se entristezca su corazón… ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre? 

(Virgen de Guadalupe en apariciones a San Juan Diego)


DIOS en su infinito amor de padre no nos abandona ante ninguna circunstancia, lo tenemos a Él, a Jesús y a su Santo Espíritu que nos guían y acompañan en el camino. Y desde luego a nuestro Santa Madre que intercede por nosotros hasta el fin de nuestros tiempos.

Que encuentres esa tribu aquí en vida para salir adelante de cualquier dificultad que estés pasando, y si quieres formar parte de esta tribu de personas vitamina aquí te leemos, escuchamos y esperamos.

 

Un afectuoso saludo.

Gabriel Acevedo Olvera

Familiólogo


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